
DIEGO FERNANDO PRIETO
Tengo muy presente en mi memoria el recorrido desde mi casa de niño hasta la casa de los abuelos. Cuando iba a visitarlos salíamos de casa muy temprano en la mañana con las primeras luces del alba. Esperábamos en una calle de tierra entre casas viejas, algunas en bareque, de techos altos y ventanales de hierro; esperábamos en una silla de guadua al lado de una lámpara aún encendida, esperábamos la llegada de la chiva de don Vicente para ir a la orilla del río. Allí tomábamos una canoa, pocas veces una lancha, para pasar el río y llegar a la casa de los abuelos.
Pasábamos el río Magdalena y con mi mamá caminábamos por todo ese matorral… El olor del campo y la tierra húmeda, el olor del mango y la hierba recién cortada, el paisaje de flores y guadua; la casa de bareque de tonos tierra apagados y techo de paja.
Tengo muy presente mi memoria, memoria hecha de imágenes, de imágenes que se integran en mitos –y en fábulas y en leyendas– y de mitos que configuran cosmologías. Imágenes que no son más que fibras de tiempo y fibras de agua y fibras de luz que se entretejen; fibras naturales de tiempo, fibras vegetales del tiempo.
Nací en una ciudad pequeña de Colombia, en Ibagué en el Tolima. Recuerdo la urgencia de querer pintar.
De Caronte a la Canoa de la Caimanera
Instalación presentada en el Museo de Arte del Tolima
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De Caronte a la Canoa de la Caimanera es una instalación que se configura a través de varias imágenes que remiten a la llamada “cultura de occidente". Sugiere imagen por imagen un recorrido posibilitando una exégesis de la migración de poderes e instauración de modelos y formas que han influenciado el propio modo de comprender y habitar nuestro territorio. Testimonios de vida acallados, posibles herencias del saber disminuidos que han pasado de generación a generación y poco a poco escapandose ante nuestra mirada; la mitología local, la naturaleza dada por sentada y como motor de conocimiento mediada por la construcción socioeconómica y la conciencia campesina reorientadas hacia intereses globales.
En el costado izquierdo se da apertura al recorrido, con la imagen de la Expulsión de Adán y Eva del Paraíso Terrenal (obra de Masaccio), ésta imagen es importante como vector que puede dar cuenta de un “mundo” "sujeto" a la presuntuosa “construcción de conocimiento” de carácter dominante, instituido y/o representacional. Luego aparecen imágenes paradigmáticas del siglo XX, por ejemplo, el urinario de Marcel Duchamp (m. 1.), el Zeppelin y la ciudad de Brasilia por el arquitecto Oscar Niemeyer, estos dos últimos, proyectos antagónicos de la idea de progreso. Además, apareciendo el dispositivo televisor, cuyo formato bordea, perpetúa el limite de las formas espectaculares de visibilizar el "mundo". Asimismo, aparece un espacio hospitalario, reses colgadas y alrededor figuras de autoridad. Más adelante, recintos de poder, un tanque de guerra, fábricas... también un “paisaje” explotado por la industria extractivista. Las anteriores imágenes pueden parecer obvias, pero proporcionaron un sentido al momento de configurarlas.
En la zona central aparece la ubicación del Museo de Arte del Tolima(m) (representación Waze) hay un aviso que dice: ¡USTED ESTÁ AQUÍ!, con ello se quiso ubicar al público como participante de una constelación de imágenes en la que ellos mismos hacen parte crucial; un aquí y ahora ante un posible anacronismo. Asimismo, se presenta como foco para plasmar unas aparentes divisiones entre las imágenes
propuestas, ya que, si el costado izquierdo tiene una narrativa del afuera, las imágenes del costado derecho se presentan más desde los afectos -de lo familiar, lugares simbólicos y zonas rurales, materias orgánicas, superficies, sustancias fértiles, etc., poco a poco se elude a la región Tolimense, un posible horizonte para indagar sobre las nuestro ecosistema simbólico. Otros elementos que aparecen: rocas del río Magdalena, algodón, cacao, achiote, fotografías de lugares emblemáticos, una tablilla en barro el sistema esccritural cuneiforme y el sistema código QR.,aún lo artesanal, los mitos y leyendas que son propios de nuestros recuerdos y de lo que habitualmente llamamos identidad regional. Es de esa forma que en la instalación se dispone para que el público participe con su gesto (el dibujo). Aparecen materiales didácticos que plantean preguntas orientadoras acerca de la globalización, lo identitario, los posibles mecanismos de poder, etc., vectores que conforman una propuesta instalativa para que el público sea el que amplié e intensifique esa puesta en escena.
Caronte en la mitología griega era el barquero del inframundo, encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos. El barquero transportaba a los errantes de un lado a otro del río. Esta alegoría se emplea para hacer un símil de nuestra sociedad actual, quienes errantes necesitamos vehículos simbólicos, dirigir nuestra mirada a lo que nos ofrezca conocimiento en nuestro fugaz paso por este territorio tan particular. La participación del público es crucial en cuanto que desde sus propias sensibilidades pueden materializar un algo, pero de seguro significativo.
De Caronte a la canoa de la caimanera es el título de una de las 22 propuestas presentadas en el marco de la exposición Entre símbolos, lugares y afectos, 1 muestra Tolimense de arte contemporáneo.
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(1) la exposición se realizó ....
