
DIEGO FERNANDO PRIETO
%20(2)%20-%20copia.png)
Políptico
La pintura (en proceso) está conformada por varias partes ensambladas y requiere de otros fragmentos que proporcionarían al políptico de un tamaño que supera los 7 metros cuadrados. Esta pintura nació del proyecto de investigación titulado Parafernalia del trampantojo; es un intento por acercar en una imagen un posible “sistema” mágico-religioso, político-cultural… que aún hoy prevalece en nuestro tiempo, pese al anacronismo que sugiere.

![]() | ![]() |
---|---|
![]() | ![]() |
Se presenta el primer momento del Políptico. Camilo y las voces
Entre la visión y la materia
Desde la infancia, el mundo se presenta como un territorio por descifrar. Cada gesto, cada silencio y cada objeto dejan una huella que moldea nuestra forma de mirar y de sentir. En ese entramado de signos aprendemos a distinguir lo real de lo imaginado, aunque ambas dimensiones se entrelazan constantemente.
Este proyecto habita ese límite. Explora la relación entre arte y salud mental a partir de la experiencia perceptiva de Camilo, diagnosticado con esquizofrenia desde temprana edad. La instalación no busca representar una condición, sino abrir un espacio de resonancia entre la alucinación, la realidad y la creación.
Entre la superficie pictórica y el espacio tridimensional, la obra propone un tránsito sensorial donde la mente se revela como un territorio de tensiones: luz y sombra, vigilia y sueño, presencia y desgarro. Allí, el arte se convierte en acto de memoria y revelación.
.jpg)
Configuración Espacial y Materialidad
La propuesta se concibe como una intervención que opera a modo de hábitat transitorio para las re/presentaciones y tensiones del delirio. Elementos visuales como figuras monásticas, demonios, ratas y escaleras conforman un ecosistema simbólico que expande la experiencia perceptiva de Camilo más allá del discurso clínico.
El núcleo compositivo de la instalación es un cuadro tipo políptico que retrata a Camilo en su infancia junto a sus progenitores, evocando la configuración clásica de la familia nuclear. Sin embargo, en el costado inferior izquierdo emergen figuras que desestabilizan la imagen: monjas, demonios y formas zoomorfas se entrelazan en una coreografía inquietante. Las escaleras actúan como puentes entre el plano bidimensional del cuadro y el resto del montaje, favoreciendo una narrativa inmersiva que amplifica —más que ilustra— la percepción tradicional del espacio y la imagen.
***
A través del uso de elementos pictóricos, tridimensionales, lumínicos y sonoros, la obra invita a explorar el límite movedizo entre la alucinación y la realidad. Más que representar el delirio, la instalación lo asume como posibilidad estética, como una forma de pensamiento que cuestiona las fronteras entre lo sensorial y lo racional.
La propuesta se inscribe en la intersección entre arte y salud mental, no desde la ilustración de una condición, sino desde la apertura a nuevas formas de percepción y lenguaje. En este sentido, la pieza desplaza la mirada clínica hacia un terreno simbólico y poético, donde la diferencia mental puede ser comprendida como un modo singular de estar en el mundo.
Así, el arte se vuelve un espacio de resonancia que enlaza la neurodiversidad con la experiencia colectiva, invitando a repensar los límites entre lo normal y lo patológico, entre lo visible y lo invisible, entre lo humano y su sombra.

